viernes, 28 de marzo de 2014

RUTA PEDALS D´OCCITANIA.


Por primera vez, después de algunos intentos que resultaron infructuosos, unos colegas decidieron aventurarse para realizar una ruta en bicicleta de varios días de duración  por el Pirineo Francés. Para alguno de  ellos, esta seria la primera experiencia en hacer una ruta con bicicleta que durara mas de una etapa. El itinerario elegido fue el trazado de la ruta llamada, Pedals d Occitania. Este recorrido tiene un trazado circular. La salida se inicia en la población de Vielha para luego adentrarse en el Pirineo francés y luego hacer el retorno hacia  la capital de la Vall d´Aran.

El grupo ciclista estaba formado por siete personas de las cuales se crearon dos grupos. Xabi, Gincha, Roche y Oscar tenían contratado el hospedaje y el traslado de su equipaje entre los refugios  mediante una empresa Aranesa que se dedicaba a ofrecer estos servicios previo pago de una cierta cantidad de money. La otra parte del grupo, la formábamos Miguelon, Fernando y yo mismo, que cargábamos en nuestras alforjas todo nuestro equipaje previo ahorro de nuestros pockets.

Nuestro inicio, comenzó en el parking de Viella. Era sábado por la mañana, el lugar estaba abarrotado de vehículos y estacionamos la furgo de Xabi y el coche de  Fernando cerca del cauce del rio Garona, que por cierto,  iba con bastante caudal en esos momentos. Estábamos en el mes de Junio, el día comenzaba con  un poco de calor indicando que ya había comenzado la época del deshielo.

La salida del grupo fue bastante fluida pero pronto llegarían los primeros inconvenientes. Llevábamos dos GPS propios y dos track book, ofrecidos por la organización. Pero con el despiste inicial, nos equivocamos en algunos puntos, sin tener la mínima importancia ya que recorríamos caminos paralelos  a la ruta principal. Poco a poco íbamos ganando altura mientras pasábamos por los pueblos de Vilac, Arros, Vilamós aunque luego perdíamos ese desnivel al dirigirnos hacia  Bossost. Luego venia lo duro de la etapa, subir el Portillon. Comenzamos subiendo por la carretera   N 141 pero rápidamente abandonamos el asfalto y en una curva a derechas  entramos en una pista forestal donde el suelo estaba algo mojado. En  la pista había  varios desprendimientos producidos por el desraizamiento de algunos abetos. Sin darnos cuenta cruzamos a Francia sin tener que dar explicaciones. Fuimos zig zageando por el bosque, ganando poco a poco desnivel hasta que sin darnos cuenta ya habíamos coronado el puerto. La bajada fue rápida y entrando en Bañeres de Luchon avanzando a otro grupo  de ciclistas que hacia el mismo recorrido que nosotros.

Antes de cruzar el puente sobre el río la Pique de la población de Saint Mamet, la cual esta anexionada a Bañeres, el grupo se separó. Los tres magníficos nos quedamos en una pensión económica del pueblo mientras la élite se acomodaba en un hotel de la población de Bañeres.
 Nada mas caminar por las calles de  Bañeres  comenzamos alucinar. Nos  sorprendió ver como en diferentes ubicaciones de la ciudad  se encontraban estacionadas unas enormes motorhomes, propiedad de diferentes equipos profesionales de ciclistas.  No pudimos ver a los ciclistas pero pasamos un buen rato viendo como los mecánicos reparaban, mimaban y ponían a punto los pepinaquens de los corredores profesionales. Como ya he dicho anteriormente era comienzos de junio y la temporada con las grandes carreras ciclistas  estaban apunto de comenzar así que los equipos se estaban afinando y poniendo los ultimos retoques a punto.



Al día siguiente, nos pusimos en marcha temprano. Hacia un poco de frío, por ser el inicio de la salida del sol, pero rápidamente el aumento de nuestro ritmo cardíaco, al abordar las primeras rampas, nos despojó de nuestras sobrantes prendas. La pista era empinada y  el numeroso  fango hacía que muchas veces tuviéramos que empujar las bicis. La etapa era bonita, los paisajes estaban teñidos de color verde y el tiempo se aliaba con nosotros. Pero pronto la cosa cambio, sorteando algún que otro vallado eléctrico, donde alguno de nosotros recibió algún que otro calambrazo. De repente, Miguel tuvo un problema en su cala derecha. Su zapato quedaba anclado al pedal sin que este pudiera salir  debido a que se le saltó un tornillo y no podía desenganchar su zapatilla de la cala. Hicimos una parada para comer y aprovechamos el descanso para arreglar la avería. Al final pudimos hacer un apaño y continuamos la ruta. Las rampas se hacían cada vez mas empinadas y abandonamos los bosques de coníferas para adentrarnos en los prados de altura. En el descenso apareció la nieve la cual estaba fundiéndose por el caluroso sol. El descenso se hizo corto pero en mitad de la bajada, Miguel tuvo un pequeño accidente. La velocidad, las fuertes rampas, un piso mojado  y la confianza de los frenos de disco, ocasionó una caída donde Miguel  se lesionó su rodilla izquierda. El  golpe fue duro y  debido al impacto  se originó un profundo corte.  Por suerte no hubo fractura. Estaba claro que no era un buen día para Miguelón. Continuamos la bajada hasta que llegamos a St Bertrand de Comminges donde el grupo volvió a dividirse.  Al llegar a  la nueva pensión tuvimos que despojarnos del abundante barro que se había adherido al aluminio de nuestras modestas ciclas. Nunca una ducha había sido tan gratificante aunque previamente tuvimos que hacer un curso para saber como funcionaba el grifo del agua caliente.
 En el hospedaje pudimos limpiar  y curar la herida de Miguel, pero no sabíamos si el corte se cerraría debido a su profundidad. Las  vibraciones producidas por los impactos  de la BTT no eran muy aconsejables. Lo mejor del lugar fue ver al conserje, alias Rene, el cual era una copia de su homologo salido de la película de four rooms. La propietaria del lugar era una mujer con carácter, la cual nos sirvió una cena digna de reyes. Miguel, Fernando. y yo quedamos muy contentos del servicio recibido. Aunque las habitaciones no eran nada lujosas, la moqueta del suelo y el papel tintado que cubría las paredes aportaban  carácter  al lugar. La habitación tenia dos ventanas que daban al exterior donde se podían ver frondosos prados y un río con un caudal a punto de desbordarse. Por cierto en esta etapa me cargué la pantalla de mi smartphone chinaco.


Al día siguiente por la mañana el grupo se volvía a unir, pero esta vez Miguel y Fernando ciclarían por las carreteras asfaltadas. La herida de Miguel no hacía muy buena pinta ya que no estaba  cerrada y era mejor evitar el trasiego por las pistas donde el barro, polvo y la humedad no eran los mejores aliados de sus plaquetas. Así que el resto, continuamos la ruta atravesando diferentes bosques  por donde sus pistas estaban bastante embarrancadas en sus vertientes cara norte. A medio día mientras desayunábamos nos avanzó el grupo de catalanes con el que coincidimos en días anteriores. En un despiste nos colamos en un cruce y esto supuso que Gincha y Miguel tuvieran que hacer unos cuantos kilómetros  marcha atrás para ir a  sellar en uno de los controles.  En esta etapa cuando estábamos en  Sta. Pe d´Ardet comenzó a caer una fina lluvia que no llegó a estorbar.Comenzamos la subida del Coll de Mente por una pista donde sus rampas iniciales fueron duras, pero luego la pista se adentraba serpenteando por un bosque donde la subida se volvía  mas cómoda. Al final llegamos al refugio donde nuestros dos compañeros nos estaban esperando. El lugar estaba construido de materiales nobles donde la madera era la reina. Las vigas, techos y suelos tenían la calidez que solo sabe transmitir los habitantes de los bosques. Suerte tuvimos de llegar a esa hora porque cuando ya estábamos duchados comenzó a llover con mucha intensidad. El cielo comenzó a chillar y el agua comenzó a brotar del suelo. Por la noche la droga de mi sueño me  subió a la cabeza y disfruté de un sueño profundo.

En la siguiente mañana comenzó a torcerse los planes.El sol que habíamos disfrutado en días anteriores fundiendo las nieves de la cumbres,  unido a las copiosas lluvias del día anterior , provocó el aumento precipitado de los ríos, provocando el desbordamiento de los cauces en diferentes tramos. Numerosas carreteras estaban cerradas al trafico y la cosa parecía no mejorar. El tiempo estaba complicado  y la mañana comenzaba con una fina lluvia. La organización dio ordenes de quedarse en el refugio debido a que  varias carreteras estaban  cortadas al tráfico y era peligroso circular por ellas. Era una opción lógica, pero yo tenia claro que disponíamos de poco tiempo y  habíamos de aprovechar para descender, lo mas rápidamente, hasta donde pudiéramos. A lo largo de muchos viajes, la bicicleta  me ha enseñado que es un medio de transporte en el cual  puedes esquivar casi  cualquier obstáculo. Los tres magníficos lo teníamos claro, así que comenzamos el descenso . La bajada fue estresante. La  fina lluvia cegaba los ojos, el asfalto mojado se comía las pastillas de freno, las cerradas curvas obligaba hacer equilibrios y el frío entumecía la piel y agarrotaba  los dedos de las manos. Al llegar al fondo del Valle, la imagen daba escalofríos. El paso del río Garona por el pueblo de Saint Beat,  daba miedo. El agua, teñida de color oscuro estaba apunto de sobrepasar su puente de tres arcos.  Cruzamos el puente, rápidamente, observando como la fuerza del agua nos hacia seres muy vulnerables y seguimos por la carretera N 125 dirección Bossot.   Pronto tuvimos que  mojarnos los pies. El río presentaba desbordamientos  y aveces el agua invadía la carretera.

 Tuvimos que poner un par y saltarnos los controles donde la gerdarmerie cortaba el paso a los camiones. Antes de entrar a Cataluña vimos como la presa la  Garonne estaba desbordada y los técnicos franceses corrían de un lado  a otro  con caras de evidente  preocupación.  Entramos en Catalunya y no vimos ningún vehículo que se nos cruzara en sentido contrario.  Únicamente observábamos algunos camiones parados a los lados de la vía. Al fin llegamos a la población de Les donde un control de los Mossos nos prohibió el paso. Al ver que la situación  se empeoraba decidimos buscar hospedaje y dejar pasar las horas. La situación era trágica, los sitios anexos al río que no tenían desnivel quedaban inundados a merced de la fuerza del agua que arrastraba todo lo que se le ponía a su paso.  Delante de nuestros ojos vimos como el río iba escavando la tierra de los taludes por donde pasaba la carretera. En poco tiempo, la voracidad del cauce  hizo desaparecer un trozo de la carretera. El día se hizo largo y la inseguridad de poder quedar aislados unos cuantos días mas nos inquietaba. Miguel y Fernando tenían que trabajar el día siguiente, la cual cosa resultaba  imposible. Ahora era cuestión de esperar, todo lo que sube rápidamente suele bajar de la misma manera, así que era cuestión de esperar a que las circunstancias cambiaran. La otra parte del grupo, estaba en el refugio del Coll de Mente en modo stand by, esperando a que la organización pudiera ir a buscarles. Teníamos contacto telefónico con ellos e íbamos enviando la escasa información que nos llegaba. En una situación de esta índole, la información no es del todo fiable y todo se convierte en un conjunto de pequeños caos, donde la catástrofe coge tal dimensión  que uno se siente desprotegido viendo la inmensa fuerza de la madre naturaleza, donde ella no entiende de limites ni barreras.
Por la mañana siguiente nos levantamos temprano y vimos como el nivel del cauce había disminuido, así que decidimos saltarnos las cintas que la policía había instalado en la carretera para cortar el tráfico. Remontando el río, comenzamos a ver los destrozos que había producido la fuerza del agua.  Cuando  llegamos a Bossot todo el paseo estaba teñido de color marrón  debido a unas capas de lodo que cubrían todo el paisaje.  Un policía nos prohibía el paso hacía Arres de Sus, pero antes Miguel, lió una de las suyas cayéndose al suelo debido a las calas. Su herida volvía a ensuciarse y la espera fue estresante. Al final la policía nos dejó pasar  y llegamos a media mañana a la capital de la Vall d´Aran teniendo que sortear diferentes obstáculos que presentaba nuestro camino. Al llegar a Viella vimos como el ejercito había desplegado varios tipos de helicópteros que iban realizando multitud de viajes transportado diferentes tipos de mercancías. Al parecer la parte de Naut Aran había sido la mas castigada debido a su desnivel y a las fuertes pendientes de su orografía, pero por suerte, para nosotros nuestros vehículos, aparcados al lado del Garona,  no sufrieron ninguna anomalía. Nuestros compañeros, llegaron a Viella un par de horas mas tarde que nosotros y acabamos la aventura, como siempre, sentados en un bar a expensas de cual seria la próxima salida a programar.